Samhaín y la cercanía de quienes amamos
Samhaín para nosotras no es una fecha de calendario ni algo que se celebre porque sí.
Es simplemente ese momento del año en el que se nota que el velo está más fino.
No hay que hacer nada especial para sentirlo. Se da solo.
Hay una sensación distinta en el ambiente, como si lo de aquí y lo de allá estuvieran más cerca.
Y en esos días, es más fácil sentir a los que ya no están.
Personas, animales… quien haya formado parte de nuestra vida y de nuestro corazón.
No es algo dramático, ni triste, ni místico en plan película.
Es mucho más sencillo.
Es como cuando te acuerdas de alguien y, por un momento, es como si estuviera contigo.
Ese tipo de cercanía.
¿Por qué vienen?
Esto lo hemos notado igual las dos, a lo largo del tiempo:
No vienen porque las llamemos.
No vienen porque estén perdidos.
Ni porque necesiten algo.
Vienen porque hay amor.
Ya está.
Nada más complicado que eso.
Cuando en vida hubo un lazo real, ese lazo no se rompe.
Solo cambia la manera de sentirse.
Y cuando el velo se hace más fino, ese lazo se vuelve más fácil de notar.
¿Cuánto tiempo se quedan?
No es como “llegan el día 31 a las 12:00 y se van el día 2”.
No funciona así.
Lo que hemos sentido siempre es esto:
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Días antes del 31, empiezan a aparecer recuerdos “sin motivo”.
-
Entre el 31 y el 2, la presencia se siente más cercana.
No fuerte. No intensa.
Solo… más cerca. -
A partir del 4 o 5, todo vuelve a sentirse como siempre.
No es que se vayan.
No desaparecen.
Lo que cambia es que vuelve a costar más percibirlos.
El velo vuelve a espesarse, y ya.
Los animales
De esto podríamos hablar horas.
Porque los animales aman sin dudas.
No tienen nudos emocionales, no se quedan con cosas pendientes, no se complican.
Si hubo amor, ese amor sigue.
Ellos vuelven con naturalidad, sin hacer ruido:
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en sueños que se sienten reales,
-
en la sensación de que algo familiar está cerca,
-
en el recuerdo que aparece de golpe y calienta el pecho.
No hacen falta señales grandes.
Lo suyo es discreto, pero muy claro.
¿Hace falta hacer algo?
Si apetece, se puede dejar algo sencillo:
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una vela,
-
agua,
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una flor,
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una manzana,
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un café,
-
o algo que tenía sentido para ellos.
Pero no es obligatorio.
La ofrenda no es para ellos.
Es para nosotras.
Para reconocer:
“Te recuerdo. Aquí sigues.”
Ellos reciben el gesto, no el objeto.
Y cuando Samhaín pasa…
Todo vuelve a lo cotidiano.
Pero ellos no desaparecen.
Solo vuelven a sentirse más suave.
A veces en un sueño,
a veces en una calma que llega sola,
a veces en una frase que te aparece de la nada.
Y eso, para nosotras, siempre ha sido suficiente para saber que no estamos separadas.
Que simplemente estamos en lugares distintos.
Pero unidas igual.
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