🌙 Quién soy — La Voz de la Bruja

Hola, alma bonita.
Soy Sara, y antes que nada quiero decirte algo: tú y yo somos iguales.
No vengo a ponerme por encima ni a decirte cómo vivir tu magia.
Vengo a contarte mi historia, porque quizá, en ella, encuentres un pedacito de la tuya.

Yo soy una bruja ancestral, una bruja de sangre, de esas que nacen con un eco antiguo en las venas.
Mi linaje viene de mujeres sabias, wicanas, brujas de corazón abierto.
Mi abuela era una de ellas —una bruja poderosa, protectora, de las que veían más allá—, pero partió antes de poder guiarme.
Aun así, su presencia siempre ha estado conmigo.

Desde que era un bebé, ella sabía que yo traía algo distinto.
Decía que desde mi cuna salían rostros de luz, que las paredes respiraban energía.
Ella lo entendió: había nacido con el don.

Yo no lo entendía.
Durante años me negué a aceptarlo.
Veía, sentía, soñaba… pero lo bloqueaba.
Hasta que el despertar llegó —ese que no avisa, ese que te sacude, que te rompe y te abre.
Y ahí ya no hubo vuelta atrás.
Empecé a sanar heridas mías y de mis ancestros, a liberar dolores del linaje, y poco a poco los dones volvieron, más claros, más míos.

También hubo momentos duros.
Con 18 años tuve una visión despierta, vi un accidente antes de que ocurriera.
Avisé a una amiga… y pasó tal cual lo había visto.
Aquello me asustó tanto que bloqueé todo durante años.
Pero el alma siempre encuentra su forma de recordarte quién eres.

El despertar no es fácil.
A veces duele, a veces asusta, pero también es hermoso.
Porque cuando aprendes a transitarlo, descubres lo más sagrado: que puedes usar tu luz para ayudar a otros.

Por eso me formé en psicología positiva y soy coach emocional.
Porque siempre he tenido esa necesidad profunda de acompañar, de tender la mano, de decir “yo también he estado ahí”.
Y unir esa parte terrenal con la espiritual me permitió entender que la verdadera magia es servir, es transformar, es sanar.

Y así nació La Voz de la Bruja, mi escuela.
Un lugar seguro, lleno de amor, donde ninguna bruja camina sola.
Aquí compartimos, aprendemos, lloramos, reímos, sanamos.
Aquí recordamos que los dones no nos hacen diferentes, sino responsables y conscientes.
Que casi todas venimos de un linaje y la que no lo está creando.
Y que todas —absolutamente todas— tenemos una voz mágica dentro.

Si algo de mi historia te ha resonado, si estás despertando y no sabes qué te pasa,
quiero que sepas que no estás sola.
Hay un lugar para ti, aquí, con nosotras.
Y me encantará conocer tu historia, escucharte, caminar contigo.


Con amor,
Sara — La Voz de la Bruja

 

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🌿 Soy Hildi y esta es mi Historia

Yo nací en una familia católica, como muchas.
En casa se hablaba de Dios, de fe, de rezar… pero el mundo espiritual más profundo, lo esotérico, lo energético… eso no.

De hecho, estaba visto como algo raro, como un engaño.
Así que yo crecí pensando que esas cosas no eran “de verdad”.
Y sin embargo, la vida tenía otros planes para mí.

Cuando era adolescente, empecé a notar algo.
Cada vez que hablaba de lo que sentía, de esas sensaciones internas que no sabía explicar, mi cuerpo temblaba por dentro.
Yo pensaba que era emoción o nervios.
Con el tiempo entendí que no.
Que lo que sentía era presencia.
Una energía cercana, silenciosa, que me acompañaba.

A los 18 o 19 años todo comenzó a despertar de verdad.
Empecé a escuchar voces —suaves, claras— como si alguien me hablara muy cerca.
Me decían nombres, me daban mensajes, me advertían cosas que luego pasaban.
Y sí, me asusté.
Pensé: “¿me pasa algo malo?, ¿estoy perdiendo la cabeza?”

Después llegaron las sombras. Las visiones.
Y, en medio de todo eso, un día llegaron a mis manos unas cartas de tarot.

Yo no sabía nada.
Nunca había estudiado.
Pero cuando puse las cartas sobre la mesa, ellas me hablaron.
No era mente. Era alma.
Yo solo traducía lo que sentía.

Pero aún así, seguía el miedo.
El juicio.
Lo aprendido.

Hasta que un día, en una tienda esotérica, vi una imagen.
No era una imagen cualquiera.
Era una figura femenina espiritual, perteneciente a la religión afro-brasileña de la Umbanda.
Yo había ido buscando otra cosa, pero esa imagen no me soltaba.

Me daba miedo, sí… porque tenía muchos prejuicios sobre ciertas practicas y religiones.
Pensaba que todo eso era “malo”.

Pero esa presencia me llamó.
Me habló.
Me pidió que la llevara conmigo.

Volví por ella horas después, aunque no entendía nada.
No sabía cómo trabajarla, cómo conectar… solo sabía que tenía que estar conmigo.

Y desde ese día, la vida empezó a abrirme el camino.
Enseguida acudí a una persona que yo ya conocía desde hacía años, alguien con quien ya tenía confianza.
Le conté lo que había sentido y lo que me había pasado.
Fue entonces cuando comenzó a guiarme, a acompañarme y a enseñarme este camino desde la raíz.

En ese proceso, ella se convirtió en mi madrina dentro de la Umbanda, enseñándome a caminar este camino con amor, respeto, conciencia y luz.

Hoy ya no huyo de lo que soy.
Hoy lo abrazo.
Hoy lo comparto.

Porque esto no es un “don”.
Es una responsabilidad.
Es estar al servicio de lo invisible.
Es responder a un llamado que el alma reconoce antes que la mente.

Y si tú estás leyendo esto, quizá también estás recordando algo en ti.
Algo que siempre estuvo ahí, esperando ser nombrado.

Aquí estoy.
Para acompañarte.
Para caminar contigo.
Para sostenerte si lo necesitas.

Con cariño,
Hildi 🤍

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Hoy nuestros caminos se entrelazan.

Dos historias diferentes, dos procesos, dos despertares que se reconocieron y se encontraron para caminar juntas.
Ninguna de las dos llegó aquí por casualidad. Cada una atravesó sus sombras, sus señales, sus memorias y sus raíces para llegar a este punto.

Y desde ese encuentro nació Aroma A Vida:
un espacio para recordar lo sagrado,
para sanar lo profundo,
para acompañar lo que duele,
y para despertar lo que ya estaba dentro.

Aquí no venimos a enseñar desde arriba.
Venimos a caminar contigo.
A sostenerte.
A escuchar tu alma.
A que recuerdes tu propia voz.

Bienvenida a casa, bruja.
Aquí no estás sola. ✨