Hay momentos en la vida en los que todo parece detenerse.
Días en los que la energía pesa, las emociones se enredan y el camino parece más oscuro de lo que imaginábamos.
Pero incluso ahí, incluso en lo que duele, hay una verdad sagrada:
siempre existe una luz escondida esperando ser vista.
Ver lo positivo no es negar lo que sentimos ni forzar optimismo.
Es un arte espiritual.
Es una práctica de conciencia.
Es aprender a mirar más allá de la herida y descubrir el mensaje que la vida nos trae.
1. Aceptar la noche para encontrar el amanecer
No puedes encontrar la luz si niegas la oscuridad.
Aceptar lo que sentimos —miedo, duda, tristeza, cansancio— es el primer paso para transformarlo.
La aceptación abre un espacio interno donde la energía puede moverse.
Y cuando algo se mueve, algo cambia.
2. Pregúntate: “¿Qué quiere enseñarme esto?”
Cada situación, incluso las difíciles, trae una lección escondida.
Cuando preguntas en lugar de resistirte, tu conciencia se abre.
Quizá la enseñanza sea:
Poner límites
Confiar más en ti
Soltar lo que ya no vibra
Agradecer lo que sí tienes
Tomar decisiones que postergabas
Reconocer tu propio poder
La vida habla en susurros, pero en las crisis grita lo que llevabas tiempo ignorando.
3. Cambia la perspectiva, no la realidad
La situación puede ser la misma, pero tu mirada no.
Cuando cambias tu enfoque de “¿Por qué me pasa esto?” a “¿Para qué me pasa esto?”, todo se recoloca.
Esa simple pregunta mueve tu vibración de la queja a la conciencia, del bloqueo al aprendizaje, del miedo a la claridad.
4. Recuerda que nada es permanente
Ni el dolor,
ni la duda,
ni la confusión.
Todo es ciclo.
Todo es proceso.
Todo es movimiento.
La oscuridad es un tramo del camino, no el destino final.
Recordar esto te ayuda a respirar, a calmar la mente y a no castigarte por sentirte perdida.
5. Cultiva la gratitud como faro
Incluso en los días más difíciles, siempre hay algo —aunque sea pequeño— que agradecer.
La gratitud abre caminos.
Eleva la vibración.
Limpia la energía del “no puedo” y atrae el “sí, sí puedo”.
Es un ritual simple pero poderoso:
cuando agradeces, tu alma se ilumina.
6. Rodéate de luz: personas, espacios y hábitos
Tu entorno influye en cómo ves la vida.
Personas que te inspiran
Rituales que te conectan
Aromas que te calman
Música que te eleva
Momentos de silencio
Paseos en la naturalezaTodo esto te recuerda que la luz existe incluso cuando tu mente se nubla.
7. Confía en tu fuerza espiritual
Has superado cosas peores.
Has avanzado incluso cuando creías que no podías.
Has renacido más de una vez.
Dentro de ti vive una fuerza ancestral, una bruja luminosa, una mujer de poder que no se rinde.
Cada situación que atraviesas no llega para destruirte…
llega para despertarte.
✨ La luz siempre está
La vida no te pide que siempre estés bien.
Te pide que confíes.
Te pide que recuerdes que incluso en lo más oscuro, hay una chispa esperando a ser vista.
Porque ver lo positivo no es un acto de ingenuidad:
es un acto de valentía.
Es un pacto con tu alma.
Es elegir la luz, una y otra vez, incluso cuando cuesta.
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